lunes, 16 de julio de 2007

Miguel Littin clandestino en Chile

SÍNTESIS
Chile, 1946. Es el gobierno del presidente Gonzálo Videl, y tras las represiones sangrientas que viene ejerciendo en su mandato, funda el campo de concentración de Pisagua, lugar en el que comenzaría su entrenamiento en las armas de la muerte un joven oficial, llamado: Augusto Pinochet.
Transcurrirían 27 años para que el joven militar pusiera en práctica lo aprendido de su profesor en armas. El 11 de septiembre de 1973, la aviación bombardea el palacio de la Moneda, el gobierno socialista es derrocado y su presidente Salvador Allende muere. Pinochet es el nuevo presidente.
En el país araucano las cosas cambiaron drásticamente. El terror y la muerte fueron el sol de cada día, y el exilio se convirtió en el camino a la vida.
Luego de doce años de dictadura militar, aparecieron listas con nombres de personas exiliadas que podían volver al país, pero el de Miguel Littin, director de cine, no constaba, su nombre hacia en la lista de los que no se les permitía el regreso.
Littin forma un equipo italiano que produciria una película en Chile, es a cargo de este grupo que logra ingresar a su tierra natal, haciendose pasar por uruguayo. Es desde ese instante que comienza su aventura clandestina, intentando mostrar al mundo la otra cara de la "Moneda".
Chile, no solo fue un país modesto hasta el gobierno de Allende, inclusive su propia burguesía conservadora hacia alarde de la austeridad como una virtud nacional. Pero el gobierno militar dio la apariencia de prosperidad inmediata, desnacionalizando todo lo que el anterior presidente nacionalizo, vendiendo el estado al capital privado y a las transnacionales.
No mintió Neruda al decir: "En todas partes pan, arroz, manzanas, en Chile alambre, alambre, alambre." Pinochet lo cumplia muy bien. De la realidad tampoco estaba lejos Littin al suspirar que: "El amor florece en tiempos de peste."
Sebastián Acevedo, humilde minero de carbón, se prendió fuego luego de dos años de protesta, pidiendo que liberaran a sus hijos, quienes eran torturados por empleados de la dictadura, por portar armas ilegalmente. Finales de febrero de 1985, tres militantes de oposición fueron secuestrados con una exhibición de fuerza de sus raptores, tres cadáveres degollados y con huellas de brutal maltrato aparecieron el dos de marzo del mismo año.
Vivir con una esposa que no era la suya, ser desconocido por su suegra Leo y Franquie, amigo mucho antes de la universidad, no fue motivo para que Miguel Littin, este clandestino para siempre en su hogar.

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